Son las 8.00 de la mañana del Domingo 4 de Enero. Te escribo desde el Hotel Hoxton del barrio de Pablenou en Barcelona. En breve bajaré a desayunar (ñam ñam) pero no quería dejar de pasar por aquí.
En un poco menos de 1 hora tendrás este e-mail en tu bandeja de entrada. En ese momento yo estaré empezando mi conferencia en un congreso al que acudirán cientos de personas (si si justo al que te invité la semana pasada). No te voy a engañar... estoy un poco nervioso... pero contento.
Por 3 motivos.
El primero es que he vencido la pereza y esta mañana he salido a correr temprano (quien me iba a decir esto hace unos años). Barcelona estaba tranquila y luminosa. justo como ha quedado mi mente tras la carrera.
Este ha sido mi amanecer de hoy.
El segundo es que, a pesar de mi charla, no voy a faltar a mi compromiso (autoimpuesto) contigo. Quizás no te conozca en persona o quizás si, pero siempre que te escribo, lo hago desde el cariño. Evocar cariño e interés sincero hacia los demás es un altruismo egosita. Siempre recibes más de lo que das, incluso aunque no seas correspondido, la empatia nos hace humanos y de eso va la vida.
Por último, hoy voy a hacer lo que más me gusta. Contar historias que pretenden mejorar a las personas ( no se si lo consigo pero me esfuerzo para ello). Aunque sinceramente, la historia de hoy me la voy a contar a mi mismo.
Mi charla aún no ha empezado pero tú serás la primera persona en saber como termina.
Con este imagen de un arcoiris:
Al fin y al cabo, nuestra vida es como un arcoiris.
"Aparecemos de la nada.
Tenemos una oportunidad para colorear el cielo de los demás.
Luego desaparecemos".
"Hagamos que merezca la pena".
Lo mejor de todo es que no tienen que ser grandes gestos lo que generen un impacto gigante en los otros. Como muestra de ello, la siguiente historia:
Ocurrió poco después de Navidad. Estaba tomando un café en La Finca (una de mis cafeterías favoritas de Granada).
Rafa, el barista, estaba de espaldas concentrado en preparar el mejor flat white pero conoció al cliente que acababa de entrar simplemente al escucharlo toser.
Era un señor mayor, bajito, ligeramente encorvado por la edad, de rostro afable que le dijo a Rafa con una voz enternecedora:
"Quería darte las gracias. Eres la única persona que se ha acordado de mi en Navidad. Parecía que el mundo se había olvidado de mi".
Las gracias eran porque Rafa le había regalado una pequeña botella de aceite de su cosecha. Un pequeño gesto que cambió la percepción del mundo para una persona.
Para esto escribo
Para contarte historias.
Con tu mi cariño.
Antonio.
P.D. Quizás hoy me leas después de haber visto mi charla... si es así espero que te haya gustado 🫶
Primero vi tu charla, luego tu correo… y con los ojos aguados te doy gracias por este día y por la hermosa historia de saber que alguien fue feliz en Navidad. Cuidemos también a nuestra gente mayor, ellos llevan mucho más tiempo en este mundo y nos enseñan también como vivir.
Enhorabuena!! ❤️👏👏👏tu ponencia excelente!! Me encanto!! También tu superación!!🫶 el amanecer precioso!!😍te lo mereces!! 😘 un tío tan grande en todas sus formas y tan humilde!!🔥🥰 yo de mayor quiero ser como tu!! ❤️🙏🙏