Ahora mismo son las 22.00 del 22 de Abril. Estoy escribiéndote estas lineas mientras me tomo una infusión en el aeropuerto de Granada, esperando el vuelo que me llevará a Barcelona para asistir a mi primer Sant Jordi, algo que me hace muy feliz. Nunca he firmado en Barcelona, una ciudad que siempre me ha tratado como en casa, ¡así que ya toca!.
Voy a hablarte de sincronías y enseñanzas.
El pasado 20 de Abril, escribí la newsletter que leíste la semana pasada. No se muy bien el porqué pero la empecé hablando de una fábula sobre una inundación.
Normalmente escribo mi newsletter el sábado por la noche, para que la tengas recién salida del horno la mañana del Domingo. Pero ese sábado tenía un evento muy importante por la tarde. Disfrutar de la charla TEDx de mi amiga, la Doctora Sari Arponen. Por ello que nos fuimos con unos amigos a pasar el finde a Málaga, para que yo me pudiera escapar en la tarde al Palacio de Congresos y asistir a todas las ponencias.
Mientras escuchaba la charla del periodista Vicente Vallés, sentí algo muy extraño en mi cuerpo. Al principio pensé que me estaba mareando, después imaginé que podría ser una crisis de ansiedad, ¿El estar rodeado de tanta gente me estaba agobioando? Mi ansiedad social a veces me juega mala pasadas... Pero.... tal como vino se fue y en ese momento mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo.
Estaba en mitad de la charla, por lo que no pude coger la llamada. Pero cuando la ponencia terminó y pude comprobar mi teléfono, tenía un mensaje de voz… Era mi vecina Elisa, que me avisaba de que una tremenda tormenta había azotado mi pueblo y el agua había bajado por nuestra calle como si del Amazonas se tratase inundando todo lo que hallaba a su paso. Las palabras de agobio de mi vecina venían acompañadas de un video de apenas 10 segundos en el que se podía ver como un frigorífico flotaba en el bajo de su cochera en la que, por cierto, aparecía su coche totalmente inundado por el agua.
Curiosamente, lo primero que sentí ante la noticia fue una inmensa gratitud que me embargó por completo. No podía dejar de pensar en cómo una persona a la que se le ha inundado su sótano, estando en ese momento de estrés y sufrimiento podía haber caído en la cuenta de que nosotros no nos encontrábamos en casa y avisarnos de lo que estaba sucediendo.
Al comprobar que las carreteras estaban cortadas por la inmensa tromba de agua y comprender de que no estaba en mi mano poder hacer nada (recuerda que yo no tenía ni idea de como estaba mi casa en esos momentos). Decidí volver a mi butaca y escuchar la siguiente charla… que casualidad que el conferenciante, Jon Elejabeitia, nos habló sobre la importancia que tienen las casas en nuestra vida. Que sincronía…
Pero más sincronía fue que su charla terminara con la fábula del turista y el sabio.
Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio.
El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
– ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó: -¿Y dónde están los suyos…?
– ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
– Yo también… concluyó el sabio. «La vida en la tierra es solamente temporal… sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices»
El evento TEDx terminó y tras despedirme de mi querida Sari (por cierto su charla fue sencillamente increíble), mientras me iba para el apartamento. Mis padres, que habían hecho lo imposible por llegar a mi casa, pudieron comprobar que milagrosamente en mi sótano había apenas un palmo de agua. Se quedaron allí hasta que vino en camión bomba para achicar el agua de las viviendas y pudieron retirar todo el agua. Al día siguiente me esperarían unas horas de limpieza pero nada comparado con el desastre de mis vecinos… Otra vez más me sentí tremendamente afortunado.
En ese momento recordé a Séneca y su célebre frase: “El hombre que ha anticipado la llegada de los problemas sufre dos veces".
También pensé que si me hubiera ido me hubiese perdido la charla de mi gran amiga y no la habría acompañado en ese momento tan importante para ella.
Curiosamente, cuando supe que todo había pasado fue cuando más nervioso me encontré y.. ¿Sabes que hice para soltar los nervios?, empecé a correr (aunque iba en vaqueros, camisa y sandalias) y ¡que bien me sentí!. Mientras corría en la noche por las calles de Málaga, escuché que alguien gritaba mi nombre. Era un chico que me había conocido y decidió pararme en el semáforo, para darme las gracias por mi newsletter. Algo que elevó, si cabe, el surrealismo de aquella noche pero que me llegó al corazón. Que alguien te regale una mirada cálida, unas palabras tan amables y un sincero apretón de manos, no tiene precio…
Para ir terminando con esta newsletter, que me da la sensación que se está convirtiendo en una buena turra… decirte que en la mañana siguiente, tras despedirnos de nuestros amigos y desayunar juntos en Málaga. Maria y yo, nos fuimos para nuestra casa a limpiar. Mis padres, mi hermano y mi cuñada se ofrecieron para ayudarnos, pero era Domingo y no quisimos molestarlos. Al poco de comenzar a limpiar, aparecieron todos ataviados para ayudarnos. Sin necesidad de pedirlo, ellos sabían que los necesitábamos y aparecieron. Otra vez, inmensa gratitud.
Al final mi hermano y yo terminamos ayudando a mis vecinos tan afectados por la riada y entre el barro y enseres defenestrados aparecieron las bromas, las risas, el compañerismo y la humanidad. Digno final para un fin de semana tan especial (por llamarlo de algún modo).
P.D. Al final no me he subido al avión y parece que me quedo sin poder asistir a Sant Jordi, pero eso lo dejaremos para otra newsletter.
Tan enriquecedoras tus newsletter!!! Te agradezco infinitamente por compartir tus reflexiones!!
Me encanta leerte Antonio, tanto tus libros como tu newsletter son tan cercanos que parece que me estuvieras hablando de tú a tú 😊