La distancia que nos separa entre lo que somos y los que nos gustaría ser, es a menudo una gran fuente de insatisfacción y de frustración. No te lo dice el Antonio "experto", te lo dice una persona que ha pasado por ahí , y que aún ahora pasa de vez en cuando 😅.
Estamos a principios de Enero, deberían ser días de celebración, no de flagelación. Un nuevo año por delante para vivir en su máxima expresión.
Sin embargo, estas fechas son aprovechadas por gurús “cambia vidas” que nos hacen sentir fatal por no tener el torso de un gladiador o los glúteos de una amazona. Todo ello para venderte una solución que no les has pedido. El gran negocio de la insatisfacción.
Cuídate para sentirte bien, no para sentirte mejor que nadie.
Yo ya pasé por ahí y puedo decirte que no funciona. La diferencia es que, con el tiempo, he adquirido herramientas para no entrar en bucles mentales paralizantes y limitantes. Pero no ha sido de la noche a la mañana, créeme... ha llevado su tiempo.
No existen las recetas milagrosas, ni las soluciones mágicas. No tienes que transformarte, no eres un Transformer, eres una persona perfecta tal y cómo eres. Aprende a valorarte, para que desde ahí construyas la persona que quieras ser.
Simplemente vive la vida que quieres y te mereces.
Enamórate del proceso, disfruta tus entrenos, cocina rico y saludable, rodéate de gente que sume, respira consciencia y pasa todo el tiempo que puedas en la naturaleza.
En cuanto a la alimentación, recuerda que a veces es tan sencillo como eliminar los ultraprocesados, añadir verduras y priorizar la proteína (carne, huevos, pescado etc.) para saciarnos con menos calorías. Dejar el alcohol para algo ocasional también ayuda bastante.
Hablando de caprichos ocasionales, ¿cuántas veces has optado por comerte un dulce para calmar tu ansiedad, pero lo has hecho en modo automático y con tanta culpabilidad que ni lo has disfrutado ni te ha calmado? Conozco a muchas personas que comen con estrés, desde la culpa, tanto que su cerebro, en un intento de protegerlas, borra esa comida y las priva de la sensación de recompensa. Cuando comes un trozo de chocolate desde la culpa, sintiendo que estás haciendo algo mal, es muy común que no te des ni cuenta y que, al minuto, tu cuerpo te lo pida de nuevo, entrando en un bucle tóxico.
Si vas a darte un capricho, disfrútalo de verdad. Así generará una sensación de recompensa en tu cerebro y éste no te agobiará un minuto después exigiendo otro momento de efímero placer. De todo esto, si quieres profundizar, te hablo en mi último libro “Estimula tu nervio vago”
Un abrazo gigante.
Antonio.
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Demasiadas obsesiones mundanas amigo Antonio, que gran razón tienes!!
Me ha encantado. Gracias.