Durante el transcurso de la segunda guerra mundial, los ingenieros aeronáuticos tuvieron una tarea muy importante, analizar los datos de los impactos de bala en los aviones que habían regresado de la batalla para mejorar su resistencia y capacidad de combate.
Los ingenieros revisaron miles de registros de misiones y observaron que la inmensa mayoria de los cazas presentaban impactos de metralla en áreas específicas, como las alas o el fuselaje. Los aviones que volvieron a casa parecían mostrar un claro patrón: las zonas más dañadas eran las que estaban alejadas de las partes vitales del avión. Los ingenieros, al analizar estos datos, comenzaron a pensar que deberían reforzar estas áreas más impactadas. Lo que, a la postre, resultó ser un craso error.
La "lógica ingenieril" pasó por alto un detalle crucial: los aviones que regresaban no eran representativos de toda la flota. Los verdaderamente importantes, los caídos en combate, no dejaban registros. Enfocarse exclusivamente en los supervivientes les privaba de ver la imagen completa. El verdadero peligro no estaba en las zonas visiblemente dañadas, ya que los aviones podían soportar dichos impactos y volver a sus hangares, sino en las que no habían vuelto para ser estudiadas: las partes críticas, como el motor o la cabina del piloto. Un claro ejemplo de lo que se conoce como el sesgo del superviviente.
Una vez más, la historia nos regala una valiosa enseñanza de vida. Las historias de éxito, de personas que han logrado superar grandes obstáculos, son las que nos llegan a todos. Pero, ¿qué pasa con aquellos que no lo lograron? El mundo tiende a centrarse en los que vencen las dificultades, mientras que el sufrimiento de aquellos que no lo logran se desvanece en el olvido. Esa falta de atención al fracaso, o lo que no se ve, puede distorsionar la manera en que entendemos el éxito y la supervivencia.
Cuando solo nos enfocamos en los logros de los demás, todos parecen tener la fórmula para alcanzar el éxito. Pero nunca se habla de las luchas que esas personas han enfrentando en sus vidas, ni de las muchas que, haciendo lo mismo, no lo han logrado. Al igual que con los aviones, lo que importa no es solo lo que sobrevive y regresa, sino también lo que no se ve ni se dice: los fracasos, las lecciones aprendidas y las historias no contadas.
En lugar de fijarnos únicamente en las historias de éxito, quizás deberíamos estudiar también los fracasos, las decisiones que no han funcionado, los proyectos que no llegaron a buen puerto. Al igual que en los aviones, a veces las áreas que parecen más resistentes son las que necesitan más atención. La verdadera fortaleza no esta en ignorar las dificultades o las caídas, sino en aprender de ellas y, sobre todo, en comprender que el éxito no es simplemente un caso de sobrevivir a las balas, sino de entender por qué algunas historias no llegaron a contarse.
Con cariño.
Antonio.
P.D. Me hace muy feliz poder contarte que mi libro Estimula tu nervio vago está ya disponible en México. Quien sabe… Lo mismo la vida me depara una firma de libros allí 💙.
Buenos días Antonio, de regreso a casa después de unos días de trabajo en el extranjero.
Acabo de terminar de leer el libro Estimula Tu Nervio Vago y como todos los demás muy enriquecedor.
Pero tengo un pregunta?
Porque hay tan poco escrito, estudiado y menos aún publicado sobre la menopausia?
Es un proceso que estoy padeciendo con mi mujer.
Porque no te implica y buscas algo para mejorar la vida de tantas mujeres como la mía en estos momentos y poder ayudarles, aunque solo sea un poco.
Gracias.
Otra vez un post genial Antonio. Leyéndote, me doy cuenta de qué fácil es fijarse en lo que funcionó. Y más a toro pasado. Lo difícil es hacer el esfuerzo de mirar lo que no llegó, lo que se quedó por el camino. Ahí es donde están las pistas que más enseñan.