La que no debe ser mirada

“Ser con el rostro de nadie, con los labios de nadie, apenas un eco, un reflejo.”
— Jorge Luis Borges, El espejo

---

La que no debe ser mirada.

No sé por qué temen tanto mi forma.
Por qué rehúyen mi mirada.
Ni los espejos se atreven a mirarme.

Quizá porque quienes me miran no me ven.
Quedan petrificados ante sus propios prejuicios.
Solo reflejo lo que cada uno lleva dentro.
El horror no es mío.
Es su propio espanto.

Vivo en una gruta oscura, sin puertas, pero nadie entra.
Solo el viento, que trae consigo el murmullo de los que se atrevieron y jamás volvieron.
No les hablé. No les toqué.
Solo me miraron.

Me hice experta en el arte de no ser vista.
Al principio me escondía detrás de columnas rotas, largas sombras, pliegues de mis cabellos serpenteantes.
Luego comprendí que bastaba con bajar la mirada.
Eso era suficiente para que nadie se acercara.

Dicen que fui bella. Que un dios me deseó. Que otra diosa me maldijo.
Historias de otros, contadas por bocas que no conocieron el silencio de estas ruinas.

Mi historia comienza en el momento en que mi cuerpo se volvió frontera.
Desde entonces, nadie ha vuelto a cruzarla.

Me han dicho tantas veces que soy un monstruo, que me lo terminé por creer.
Hasta tal punto que a veces tiemblo ante mi propio reflejo.
He intentado no mirarme.
He roto espejos.
Me he buscado entre las grietas, como quien intenta recordar un cuerpo antes del juicio.
Antes de que el mundo lo volviera piedra.

Porque no es mi cuerpo lo que hiere.
Es la idea de cómo debería ser.
La imagen que me impusieron.
La que repiten como un rezo cruel cada vez que el sol empieza a calentar la piel.

Hoy no espero redentores.
Ni héroes, ni víctimas.
Solo quiero un día mirar sin miedo.
Verme sin girar el rostro.
Desnudarme ante mí misma y no sentir ni miedo ni vergüenza.

Escucho pasos entrando en mi fría caverna.
Firmes. Calculados.
Como si se creyeran en posesión de una verdad absoluta.
Vienen a darme muerte, lo sé.
Quieren acabar con quien soy, para convertirme en quien, según ellos, debería ser.

Un ser disfrazado de héroe, de salvador.
Armado solo con un escudo tan bruñido como espejo.

Su escudo como espejo.
Me dio muerte sin enfrentarme.
Usando mi reflejo.
Mi miedo a mi cuerpo.

Vi mi rostro volverse piedra.
Mi figura tornarse en esbelta estatua.
Y en esa quietud final de piedra, supe por fin quién era.
No un monstruo. No un castigo.
Una persona que aprendió a temer su reflejo… porque otros no supieron sostenerlo.

Yo, que aspiraba a convertirme en diosa,
acabé por comprender que mi único templo verdadero era mi cuerpo.

Ahora que ya no me temo, puedo decirlo:
me arrancaron el nombre y me dieron otro: monstruo.

Mi nombre es Medusa, la Gorgona.
Mi historia, al igual que la de Asterión, merecía ser contada.
La historia de todas las que alguna vez temieron mirarse al espejo.

Porque no hay monstruo en el espejo.
Solo una mujer que quería mirarse sin miedo.

---

Esta historia es un homenaje a Borges y a su Asterión.
Pero sobre todo es una llamada a todas las personas que alguna vez aprendieron a temer su reflejo.
Recordad: vuestra insatisfacción es su negocio.

El negocio de esos falsos Perseos que, por ganarse unas lágrimas de oro, aspiran a convertirte en estatua.

Cuando no te cuidas para verte bien, te cuidas para sentirte bien.
Si hay sufrimiento, no te estás cuidando: te estás castigando.

---

Gracias de corazón.

Con cariño.

Antonio.

P.D. Para aprender a cuidarte, mi gran amiga Noelia Romero y yo, hemos preparado un retiro muy especial en un lugar mágico en pleno centro de Granada. Será los días 20 y 21 de Mayo. Te dejo el enlace aquí por si te apetece informarte

https://www.forumorganizacionsaludable.com/wp-content/uploads/2025/04/RETIRO-METANOIA-FORSA-GRANADA-1.pdf