El protagonista de la historia de hoy es Amou Haji, un ermitaño iraní bautizado por los medios como 'el hombre más sucio del mundo'.
Nuestro amigo vivía en Dejgah, una aislada aldea del país persa. Vivía en un agujero dentro de una choza, aunque le encantaba dormir al raso, usando unas piedras a modo de almohada.
Sus vecinos intentaron, sin éxito, durante más de medio siglo, que Amou se hiciera amigo del agua y el jabón. Pero la realidad es que pasó la mayor parte de su vida sin bañarse, ya que temía enfermar si se lavaba. Ennegreció su piel con hollín y se lleno de pústulas purulentas.
Se alimentaba a base de carne podrida de animales atropellados y agua estancada que bebía de una vieja lata de aceite. Fumaba las colillas que encontraba en el suelo o una mezcla que el mismo hacia como hobbie, juntando cigarrillos y estiércol en una tubería de metal.
A pesar de su "peculiar" estilo de vida, unos médicos británicos le realizaron una serie de analisis y revelaron que el ermitaño gozaba de buena salud, dando negativo en pruebas de ETS, Hepatitis y parasitología. Tenía un sistema inmunológico fuerte. De hecho, vivió hasta los 94 años.
Te preguntarás, ¿cuál fue el motivo de su muerte?
La realidad es que no se sabe. Murió a los 94 años, paradójicamente, tras ceder a las presiones de sus vecinos y lavarse por primera vez en más de medio siglo. Poco después, enfermó y acabó muriendo a los dos meses.
La forma de vida de Haji fue narrada en el documental: La extraña vida de Amou Haji. En aquella entrevista reveló que decidió decantarse por este estilo de vida debido a una serie de "contratiempos emocionales" cuando era más joven. Quizás, pensó que así nadie se volvería acercar a él para hacerle daño.
Algunos piensan que ese baño rompió el delicado equilibrio de su sistema inmunológico, lo que lo llevó a la muerte. Personalmente, creo que las mismas creencias que lo llevaron a vivir en la inmundicia durante 50 años, fueron las mismas que lo mataron.
La fuerza para seguir respirando se le escapó de entre las mismas manos que cogieron el jabón después de tantos años.
Parece ser que mi admirada Frida Kahlo tenía razón cuando dijo:
"¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir? Tinta, sangre, olor (...) ¿Qué haría yo sin lo absurdo y lo fugaz?".
Frida Kahlo.
Un abrazo grande.
Antonio.
Una historia peculiar no exenta de moraleja!!
Interesante, gracias Antonio