El 28 de abril, España se apagó.
No fue un apagón cualquiera. Fue una rendija por la que —irónicamente— se coló la luz. Una fisura eléctrica en la rutina digital. Un cortocircuito en la Matrix.
Sin aviso, desaparecieron las luces artificiales, las notificaciones, el ruido constante que nos mantiene activos pero ausentes, despiertos pero sonámbulos.
La tecnología que nos mantiene lobotomizados….
….dio paso a la vida.
La atmósfera se llenó de un ambiente festivo e inquieto, como cuando de pequeños descubríamos sorprendidos, por descuido de nuestros padres, unas puertas cerradas del cole que nos abrían un horizonte infinito de posibilidades.
Los parques, antes mero lugar de tránsito, se volvieron a habitar de personas, unas conversando, otras bailando, todas alrededor de una radio.
Personas de la hostelería -literalmente- fiándose de unos parroquianos demasiado acostumbrados a “tirar de tarjeta”. El efectivo: uno de los pocos actos de libertad que nos queda.
Los móviles se apagaron, pero las conversaciones se encendieron.
Niños y niñas volviendo a ocupar las calles que por derecho natural les pertenecen. Dejando de lado los videojuegos para abrazar sus libros, balones y bicicletas.
Familias retomando algo que nunca se hubo de abandonar, pasear juntas. Las velas iluminaron cenas improvisadas.
Y las estrellas —esas que siguen ahí aunque nadie las mire— volvieron a brillar para nosotros.
En medio del caos técnico, hubo orden humano. Ese día perdí la poca fe que me quedaba en las obsoletas instituciones que nos gobiernan, pero volví a creer en las personas que me rodean.
En las grandes avenidas, detenidas ya, se respiró civismo.
Gente compartiendo teléfonos, conectando hijos con padres, ofreciendo lo que tenían, en algunos casos sus propias casas para evitar noches al raso a la espera de ese tren que les devolviera a su hogar.
Un coche con la radio alta para informar al vecindario.
Un semáforo apagado… y una mirada que cede el paso.
Quizá fue una señal. Una llamada de atención.
Para recordarnos lo conectados que estamos a las pantallas…
…y lo desconectados que estamos de todo lo demás.
Tal y como dice Byun Chul Han"La hipercomunicación actual solo establece contactos pero destruye relaciones. Elimina la distancia, pero al mismo tiempo destruye la cercanía y la amistad".
Porque, cuando todo lo digital parecía colapsar, afloró lo real, lo vivo.
Y quizás —solo quizás—ese apagón fue una forma de encendernos.
Se apagaron las pantallas y se encendieron nuestras vidas, durante un breve espacio de tiempo, las verdaderas historias volvieron a estar en el “gran afuera”.
¿Qué queda encendido en ti cuando todo lo demás se apaga?.
El Gran Apagón -al menos en mi caso- supuso una desconexión absoluta del bombardeo de estímulos artificiales que nos mantienen adictos a la dopamina barata de las notificaciones de las redes y las series. Leer el almuerzo desnudo de Burroughs a la luz de las velas, conversar, contemplar el atardecer con mi persona favorita- que por cierto cumplía años ese día- y admirar una noche estrellada. Qué poco necesitamos.
Mil gracias por estar aquí cada semana leyéndome.
Si crees que esta historia puede interesarle a alguien, no dudes en compartirla.
Por cierto, me hace una tremenda ilusión contarte que el 20 y 21 de Mayo, junto con mi querida Noelia Romero, haremos un retiro antiestrés en pleno corazón de Granada, en un lugar muy muy especial.
Si te interesa, te dejo en enlace aquí
https://www.forumorganizacionsaludable.com/wp-content/uploads/2025/04/RETIRO-METANOIA-FORSA-GRANADA-1.pdf
Un golpe de realidad, un aviso en el camino, una llamada de atención. Mucha gente volvió a las raices, otros muchos quedaron encerrados (o lo pasaron mal mi cariño hacia todos ellos) Mis hijos salieron de su mundo de tele trabajo y se fueron a hacer calistenia en las barras del parque...Como estamos tan absorbidos!...Recuerdo las sopas de ajo, los juegos de cartas y las velas en familia. Y es que no hace tanto de todo esto., que nos está pasando..Cada vez disfruto más este tipo de cosas. Recuerdo el cielo limpio de la pandemia sin humos, ni atascos ni prisas....que nos pongan los pies en el suelo de vez en cuando es de agradecer. En nuestra mano está el hacerlo más a menudo. Un abrazo♥️
Si y no... Como todo en esta vida, fueron horas y es fácil romantizar. Ya hemos demostrado que los humanos somos capaces de lo mejor y lo peor. Urge un cambio de paradigma, frenar el consumo desmedido, más reflexión y conciencia y menos pandereta. Hubo baile y hubo angustia... Y ojalá, algún aprendizaje más allá de que mi vecino es muy majo.
Como madre y maestra no puedo evitar preguntarme con miedo qué vida les estamos dejando.
Y los políticos buscando a quién culpar en vez de cómo vamos a enfocar el futuro? O qué medidas tomaremos aunque no me den más votos?
En fin, ya me he desahogado un poquito.
Feliz domingo a todos y gracias Antonio por compartir tanto 🙏🏼💚