Buceando entre las infinitas notas que he ido recopilando durante años de formación, en busca de material para “Estimula tu nervio vago”, me topé con un tesoro inesperado. Una isla de serendipia en medio del océano de datos. Corría el año 2007. Yo tenía 24 años y asistía a un seminario de terapia craneosacral. Aquel día, nuestro profesor decidió que aprenderíamos más en una conferencia que en el aula. Así que nos llevó a un hotel junto a la Alhambra, donde un ilustre profesor de anatomía iba a presentar su último libro.
El conferenciante era Miguel Guirao Pérez: anatomista, escritor y hombre sabio donde los haya. El libro que presentaba se titulaba El cuerpo humano y su emergencia. Pero no era un tratado más de anatomía. Era, más bien, una síntesis de su legado vital e intelectual, una exploración profunda sobre el cuerpo que no se puede dibujar en los atlas ni diseccionar en las facultades.
Aquella tarde no hablaba el doctor, sino el ser humano que había viajado por todo el mundo impregnándose del saber milenario de distintas culturas. Un hombre que había cultivado una actitud reflexiva en todo su quehacer y cuyo único anhelo era “profundizar sobre los significados del cuerpo”. Guirao nos hablaba del cuerpo como sede de esperanza, como territorio espiritual, como templo profanado por siglos de dualismo. Defendía que “el cuerpo humano, tal como fue creado, lejos de ser una fuente de pecado o una cárcel del alma, tiene todas las capacidades —materiales y espirituales— para sentir ilusiones, albergar esperanzas e, incluso, realizar las aventuras existenciales más atrevidas”.
“La inteligencia necesita ver las cosas. La intuición supone las cosas: es una verdad adelantada. Y la intuición es eso, algo que no necesita tantas complicaciones y que, unida a la inteligencia, hace que la persona se integre en una persona más positiva y más creativa. La intuición emana del cuerpo. Hay que aprender a escucharlo”.
Un anatomista hablando de dimensiones que escapan a la anatomía. Una loa a la reconquista del cuerpo.
“En nuestro afán de análisis, hemos troceado al ser humano: estudiamos la anatomía, la fisiología, la psicología… como si fueran compartimentos estancos. Una cosa extrañísima”.
Y entonces, llegó esa frase que subrayé en mi libreta con trazo grueso:
“La intuición emana del cuerpo. Hay que aprender a escucharlo”.
Guirao no hablaba desde la teoría. Lo contaba desde la experiencia. Decía que, de niño, tras el estallido de la Guerra Civil, buscó refugio en la espiritualidad, pero pronto se sintió ahogado por su formalismo vacío. Fue en el descubrimiento de otras tradiciones —el yoga, el zen, el budismo— donde comprendió que el cuerpo también podía ser un camino hacia lo sagrado.
“Yo que era anatómico, sabía cómo se habla, cómo se anda, cómo se mira. Pero ¿cómo se sienten dentro de uno las cosas?”
Ahí empezó su viaje interior. Descubrió que cuando apartas la atención del ruido, de la prisa, y la enfocas hacia dentro —como una linterna que alumbra el interior— emergen sensaciones sutiles: un cuerpo distinto. Una armonía serena. Un territorio vivido por los místicos, desde Santa Teresa hasta San Juan de la Cruz.
“La experiencia del cuerpo, en salud, es pura armonía”.
Su conferencia concluyó con una idea que, con los años, no ha dejado de reverberar dentro de mí:
“Vivimos un cuerpo descriptivo, el que estudiamos y nombramos. Pero también tenemos un cuerpo interior, completamente distinto. Ambos son uno solo. Y ese cuerpo que todos tenemos, tiene una vida interior que puede recorrerse. Lo mismo que caminamos por senderos exteriores, también podemos caminar por senderos internos.”
Y entonces lo dijo, con esa claridad serena que solo tienen quienes han vivido lo que dicen:
“Cualquier persona que quiera salir de la emergencia no tiene que mirar al cielo con los brazos abiertos, sino buscar su camino interior”.
P.D. Jamás pensé que aquellas notas tomadas hace casi 20 años —en una de las muchas libretas que siempre me acompañan— acabarían plasmándose en estas líneas que ahora comparto contigo. Así es la vida.
P.D.2. Si te preguntas qué es eso de Estimula tu nervio vago, es uno de mis libros. Si te interesa, te dejo un enlace aquí
Si crees que, estas palabras, pueden ayudar a alguien más, compártelo.
En un mundo que nos empuja hacia fuera, a veces basta una palabra para recordarnos el camino de regreso al cuerpo.
Gracias por ser parte de esta comunidad.
Buenos días ,tuve la gran suerte de tener de profesor de Anatomía a ese sabio .He leído lo que para el es el ser humano en su totalidad, interior y estructura y el mundo interno muy interesante …y creo que el sin saberlo ya en esas perfectas e increíbles clases de anatomía donde dibujaba con tizas de colores planos ,disecciones etc etc … ya nos hacía viajar y ver nuestra estructura interna ,algo que realmente era mágico … tenía ese poder de hacernos meternos en nuestro cuerpo y visualizarlo en una pizarra . Me ha encantado poder conectar de nuevo con el a través de ti, Antonio , y me has abierto una reflexión enorme . Gracias ☺️
Maravilloso, como siempre, alegrar con tus reflexiones un domingo por la mañana … Gracias Antonio