Hoy me gustaría hablarte de Mad Men, la serie de culto creada por el gran Matthew Weiner y que versa sobre una de las agencias de publicidad más prestigiosas de la Nueva York de principios de los 60, cuyo protagonista, uno de los ejecutivos más misteriosos pero con más talento de la firma, Donald Draper, también lo será de la newsletter de hoy.
Obsesionado por el éxito, atrapado en su pasado, atormentado por fantasmas que trataba, sin éxito, de encerrar en lo más profundo de su ser, inmerso en una espiral de infinito hedonismo. Las mujeres, el alcohol, el tabaco, las noches en clubs, los trajes caros, nada parecía saciar la voracidad sin límites de Mr. Draper.
Lo que niegas, te somete; Lo que aceptas, te transforma. Carl Jung
No dormía, apenas comía, siempre con un cigarrillo en la mano y una copa del icónico Old Fashioned. Trataba de llenar un enorme vacío existencial con un anhelo profesional que le resultaba inalcanzable, vivía obsesionado con conseguir la cuenta de Coca Cola. Como si alcanzar esa meta fuera a arreglar una vida vacía y rota.
A Don Draper nada le llenaba porque vacío estaba, vivía bajo la máscara del vencedor cuando en su interior sentía profundamente derrotado. Para disimular sus debilidades las disfrazaba de fortalezas jugando a seducir a extraños, que, en el fondo, es la base de la publicidad, el verdadero reto de todo publicista que se precie. Una vez que te conoce, Don Draper no te quiere (porque en realidad a quien no quiere es a él mismo). En ese momento ya no le vales. Te quiere solo en la medida que no te conoce.
En cierta ocasión invitaron a dos escritores (Kurt Vonnegut y Joseph Heller ) a una fiesta en la casa de un multimillonario. Vonnegut empezó a provocar a Heller y le dijo:
– El multimillonario dueño de esta casa ganó más dinero la semana pasada de lo que ganarás tú con tu libro en toda tu vida
Heller no se cortó y respondió:
– Pero yo tengo algo que él nunca podrá tener
– ¿Ah, si? ¿Y qué es eso?
– Suficiente.
Como es lógico, la espiral autodestructiva en la que se había instalado lo llevó a una caída al abismo, como en la ya icónica cabecera de la ficción. Sólo, despojado de su prestigio, sin su éxito, se vio obligado a conocerse a si mismo.
Hasta que no te hagas consciente de lo que llevas en tu inconsciente, éste último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino. Carl Jung.
Nuestro protagonista acaba, por casualidad, en un retiro espiritual rodeado de naturaleza (cuan importante es la naturaleza), donde encuentra la calma necesaria para reflexionar sobre quién es. Es allí donde comprende que necesita una renovación, romper con el pasado, reinventarse, resurgir de sus cenizas si quiere seguir adelante.
Las piernas cruzadas en posición de Loto, los pies descalzos. El rostro sereno después de su descenso a los infiernos. Y entonces cierra los ojos para iniciar una meditación. “Nueva esperanza, nuevas ideas, un nuevo tú”, dice el Yogui que guiaba la meditación. Se escucha el divino Brahman, el mantra Om, que en encarna el universo entero. Se escucha un cling de los crótalos. Es entonces cuando la perfecta armonía invade a Don Draper, dibujando en su cara una sonrisa, esa sonrisa tan característica. En ese momento todo se funde a negro para dar a paso a un anuncio al anuncio de Coca Cola (el mítico Hilltop).
Cuando dejó de preocuparse por el tener y el hacer y se centró en el ser. Cuando se desligó del resultado para centrarse en el proceso. Cuando decidió disfrutar del viaje sin pensar en el destino. En ese momento, paradójicamente, consiguió lo que más anhelaba.
Sin embargo aunque el anuncio de Coca Cola y el Don meditador molen mucho. Para mi el verdadero final de Mad Men es el abrazo entre Don y Leonard, una persona corriente sumida en la depresión. Por un lado, Don Draper se está abrazando a sí mismo, está consolándose a sí mismo. Por fin ha entendido quién es. En realidad, se está dando el abrazo que querría que alguien le diera. Se reconoce en Leonard.
Un abrazo gigante.
Antonio.
P.D Me hace muy feliz decirte que casi dos años después de su lanzamiento. Mi primer libro, “Hijos de la adversidad” ha alcanzado la séptima edición. Si eres una de las miles de personas que lo ha leído, miles de gracias de corazón. Jamás pensé que pudiera llegar a tantas personas y es algo que me hace tremendamente feliz ya que es un libro escrito desde el corazón con la única motivación de ayudar a sanar.
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“Por un lado, Don Draper se está abrazando a sí mismo, está consolándose a sí mismo. Por fin ha entendido quién es. En realidad, se está dando el abrazo que querría que alguien le diera. Se reconoce en Leonard.” Precioso 😍🙏🏽❤️
Qué buen post Antonio. Me ha molado mucho como fan de Mad Men que soy.