A la mierda con salir de tu zona de confort

¿Qué tal mi querid@ lector/a?

Para empezar, hoy me gustaría contarte un cuento. Espero que te guste.

 El pescador y el empresario.

Había una vez un exitoso empresario millonario. Talentoso, trabajador abnegado y tremendamente ambicioso.

Cómo cada mes de Agosto, nuestro amigo exitoso emprendía un viaje de vacaciones con su familia a una isla paradisíaca. Ésta era la única semana del año en la que se permitía "desconectar".

Una mañana,  paseando por una playa de arena blanca y de agua cristalina, se encontró con un humilde pescador que volvía de su jornada de trabajo.  Si bien, el hombre, ya mayor, pescaba con una vieja caña de pescar en una barca desgastada por los años, esta se encontraba repleta de los pescados más deliciosos.

El empresario, maravillado por lo variado y lo suculento del pescado, se acercó al pescador y entabló una conversación.

– ¡Buenos dias!. Disculpe. He observado la cantidad y variedad de pescado que trae consigo, supongo que le habrá llevado toda la noche atraparlos, ¿verdad?

El pescador, con un cigarro en la boca,  lo observó tranquilo desde su barca.

– Pues si le soy sincero, le diré que no. Nunca me levanto antes de las ocho de la mañana. Desayuno con mi mujer y mis hijos, voy a comprar el periódico, me siento en el paseo a leerlo y luego voy un rato a pescar. Cuando ya he pescado suficientes peces, vuelvo a casa para comer. Después paso la tarde con mis nietos o con mis amigos jugando a las cartas.

– ¿Quiere decir que ha pescado todo esto en apenas un par de horas? ¿Con una caña vieja y una barca que se cae a pedazos? ¿Y por qué no le dedica más tiempo?

– ¿Y para qué?

– Pues porque si le dedicara más horas, podría pescar muchísimo más.

– ¿Y para qué?

– Porque de ese modo ganaría más dinero y podría invertir en una caña profesional y un barco nuevo y mucho más grande.

– ¿Y para qué?

– Para ampliar el negocio. Si vendiese mucho más l, podría llegar a comprar una flota entera de barcos y pagar a pescadores para que trabajasen para usted.

– ¿Y para qué?

– ¿Pero no se da cuenta, hombre? De esa forma podría olvidarse de madrugar y de su trabajo. Tendría mucho más tiempo libre para estar con su familia y con sus amigos. O mejor aún podría llevar a su familia cada verano, de vacaciones, a una isla paradisíaca

El pescador observó al empresario con cara de no entender nada. Tras dar una calada a su cigarro, le dijo:

– ¿Y acaso no es eso lo que hago?

Recogió su caña de pescar, amarró su barca y se fue tranquilamente a disfrutar de una, bien merecida copa de vino, ante la atónita mirada del empresario.

Fuera de tu zona de confort es donde sucede la magia, sal de tu zona de confort para crecer, sin salir de tu zona de confort nunca llegaras a nada... bla bla bla. Mensajes de este tipo nos acribillan a diario por todos los medios, haciéndonos sentir una mierda por no levantarnos a las 5 de la mañana, tener los abdominales marcados o facturar cifras desorbitadas.

Lo curioso es que muchos de estos mensajes provienen de chavales imberbes, para los que su mayor reto vital se reduce a salir guapos en el reel de turno.

Como dice el filósofo Coreano Byung-Chul Han , vivimos en la sociedad del cansancio. En una falacia auto-narrativa en la que nos han colado que si nos exprimimos al máximo (a la vez que lo deseamos con todas nuestras ganas mientras cerramos los ojos muy fuerte) consiguiremos todo lo que nos proponemos y lo único que estamos consiguiendo es alimentar una inmensa hoguera de las vanidades. Vivimos en una sociedad del cansancio porque no descansamos, así de sencillo, no dedicamos tiempo a la vida contemplativa y cada vez que lo intentamos nos sentimos mal por no estar haciendo...

Foto de Tim De Pauw en Unsplash

¡Trascendamos del hacer al ser!

Por supuesto que vivir instalado en la comodidad no es lo ideal. Los Homo Sapiens necesitamos retos tanto físicos como cognitivos para estimular nuestra fisiología, sin ellos enfermamos. Pero lo mismo de peligroso resulta vivir perennemente fuera de ella.

No tienes que vivir continuamente pisando el acelerador. Al contrario, habrá veces que lo que necesites sea refugiarte en tu guarida para reconciliarte contigo. Si el cuerpo te pide confort, escúchalo.

A veces deberías de guiarte por la regla de las 3Fs: Fácil, Fluido y Feliz.

Es curioso porque lo que acabas de leer, lo escribí (a modo de premonición o quizás guiado por mi subsconsciente) el pasado viernes 12 de Abril, mientras viajaba en el AVE camino de un evento “supercool” en Madrid, donde asistía como invitado de honor. Ahora cuando escribo esta lineas, en la noche del Sábado 13 de Abril puedo decirte que a las 2 horas de comenzar en el evento me fui del mismo. Quizás no era para mi, quizás el exceso de extroversión le chirrió a mi carácter introvertido, quizás no era el momento.

Fuere lo que fuere, la cuestión es que, en otra ocasión, me hubiera auto-impuesto salir de mi zona de confort y forzarme a socializar, a impregnarme de la atmósfera de extroversión, a bailar (bueno seamos sinceros, eso no iba a pasar) o a quemar un billete de 50 euros (para que te voy a engañar, eso tampoco). No me malinterpretes (se que eres mi amig@ y nunca lo harías) estoy muy agradecido por la invitación, pero esta vez me di permiso a decir que no, y pasé la tarde paseando por el centro de Madrid , helado en mano, en la compañía de mi gran amigo Victor Téllez. Quizás esa era lo que me deparaba el destino para ese día…

…Como dice Noelia Romero, el 50% de nuestro podcast Metanoia :

La vida era ese paseo por Madrid.

Con todo mi cariño.

Antonio.

P.D Ya casí somos 3000 en esta newsletter y todo te lo debo a ti, por leerla y compartirla, así que 300o gracias.

P.D. Tambíen quería agradecerte, si eres una de las personas que ha comprado mi libro Activa tus mitocondrias, su quinta edición.